*
*
Alitas Suaves
En el
techo hallé una mariposa
Que en
el cielo raso suave se posa
Tiene
alitas oscuras
¡Qué
extraña esta mariposa!
¡Que
suave terciopelo oculta!
Alitas
labradas en degradé, de
Negro,
gris, marrón, terracota.
Una
hendija de luz la transforma
A
rojo, fuxia y rosa
Amarillo,
verde, celeste.
¡Qué
extraña esta mariposa!
Que
jugando con el aire y la luz.
Su
vestido divierte y decora.
Silvia Reinero
*
*
Cuando lleguen los
motivos
Si percibes la lágrima
Será porque la noche regresa mis dolores
Cierto
Tantos gestos compartidos
devaneos, distancias, soliloquios
Sin embargo
la soledad se empeña en derribar las puertas
y nuestros gestos se ven interrumpidos
Siempre las montañas se alzan anteriores al vuelo
y el águila se encrespa en sus vigilias
y la tierra se ciñe en sus costados
Solo la dimensión del aire nos convoca
Acaso nuestra terquedad
nos deja en la contemplación del vuelo
(por costumbre solemos mirar el cielo)
No sé si un día
este brillo que de pronto persiste para decirnos
del silencio nuestro
de los tantos gestos compartidos
nos abandona a las vigilias del águila…
para entonces
no quisiera la lágrima
quiero caminar entre los hombres
y aferrada a tu mano
superar la muerte
Zulma Esther Prina
De mi libro Después del olvido
*
INSOMNIO
Mientras pienso en una respuesta que no llega
envuelta entre las sábanas
entre esas sábanas
acompañada por el rudo y determinado insomnio
inquieta
ventana adentro
mientras mis ojos no pueden cerrarse
y se palpita
la longitud del silencio
aquí y ahora
en el interior de la ansiedad
en esta noche
desmesuradamente larga
afuera
en el jardín
hay una fiesta de pájaros
envuelta entre las sábanas
entre esas sábanas
acompañada por el rudo y determinado insomnio
inquieta
ventana adentro
mientras mis ojos no pueden cerrarse
y se palpita
la longitud del silencio
aquí y ahora
en el interior de la ansiedad
en esta noche
desmesuradamente larga
afuera
en el jardín
hay una fiesta de pájaros
Isabel Krisch
*
SILENCIO
La luz radiante de una estrella emerge ante el
espasmo de mi ser, trastabilla, se esconde, sumerge, desaparece, luego el
silencio a cada instante oprimiendo mi alma en soledad.
Nélida Habeshian
Reflexiones en tiempos de coronavirus.
Hoy no escribo ficción.
Ante una realidad dónde el
desasosiego reina, la reflexión y la memoria emergen.
La reflexión sobre lo que nos
pasa ahora y la Humanidad ha padecido a través de los tiempos: pestes, tifus,
cólera, gripes, munidos de números, letras y vectores, que han dañado la vida
sobre la Tierra. Con víctimas y héroes anónimos luchadores hasta el fin.
El virus que hoy nos recluye
en soledad, integra una familia de otros 39 que enferman: desde resfríos
banales hasta neumonías y muerte. Nos acecha sin distinción de clases, ideas,
color y viveza.
Grupos de investigadores del
mundo estudian métodos de cura y prevención de la
enfermedad:drogasconocidas,nuevas vacunas, anticuerpos monoclonales.
Todos, caminos que conducen
a Ítaca.
Los últimos métodos traen
a mi memoria alDr. César Milstein, argentino (1927-2002), quien, en los años
70, inventara, en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, los
“Anticuerpos Monoclonales”. Recibió el premio Nobel de Medicina en
1984.
Recuerdo la conferencia
magistral y el diálogo con el Nobel, en Buenos Aires, al referirse al tema, con
sencillez y grandeza.
El invento ha sido empleado
para elaboración de kits para diagnósticos y el tratamiento de enfermedades
graves
Anticuerpos muy especiales,
de elaboración compleja, queactúan como una llavemaestra,
con infinitas copias. Esta llave abre la cerradura de moléculas selectas del
virusinvasor y coartala acción maléfica.
El Dr. César Milstein no
registró patente alguna. Legó los derechos de su invento, Los Anticuerpos
Monoclonales, como propiedad intelectual de la Humanidad.
Ahora, un grupo
internacional de investigadoresadaptó esos anticuerpos monoclonales, con su
llave maravillosa, a la cerradura feroz del coronavirus COVID-19.
Esos investigadores
demostraron, en el laboratorio,la eficacia de la llave maestra para abrir el
pestillo del virus invasor y demoler la acción infectante.
Es un primer paso apenas.
Ojalá que ésta y otras líneas
de estudio esperanzadoras, encuentren su fuerza en la solidaridad y el
bienestar de todos los habitantes del planeta.
Dora Dobosch
Comentario de la Editora:
La reflexión erudita de Dora Dobosch nos abre hacia el camino de la
esperanza. Grande es nuestra expectativa y us palabras nos llevan a una mirada
de luz, conocedora de muchas circunstancias del mundo desde sus estudios la
escritora nos brinda un panorama que vislumbra algo nuevo.
Dios quiera que, como ella manifiesta, el bien triunfe sobre el mal en
el sentido de la puesta en servicio del hombre de ciencia tan abnegado como fue
Milstein, quede en buenas manos.
Felicitaciones querida Dora.
Graciela Licciardi
*
PACTO
Esta locura atada
a mí que es
derrumbe de otro
tiempo,
espectro de barro entre mis pies
grita en silencio
mi máscara de abismos.
Combato a solas
dos caras y un azogue,
fuegos expulsan huéspedes de antaño.
En lo alto de mi
alma
al son de trompetas
y muerte rota
el
universo es vértigo desnudo.
En un reino sin oscuridad
debajo de mis
pies
escucho el correr
de las aguas.
Mis fantasmas renuevan el pacto con la vida.
IRENE ZAVA
*
es como dolor de luto
como tener en la mano
el corazón palpitando
y el dolor en ese hueco
del corazón arrancado
...dolores hay
que dejan heridas que nunca cierran
las hay profundas, latentes
sin pausa y sin respiro
con galas de prepotencia
como invasor enemigo
...dolores del corazón
dolores de uñas clavadas
en las palmas que no rezan
dolor que navega libre
por el caudal de mis venas
dolor de luto
soledades de la ausencia
Marta Castagnino
*
...del tiempo...
en aquellos días de suaves aromas
caminaba el tiempo
por largas veredas sombreadas de tilos
el tiempo sin tiempo...
infinito de aromas el tiempo era mío!
en aquellos días cuando estaba entero
el dolor, el miedo, la ausencia,
la guerra, la angustia, el olvido,
eran personajes jugando en los libros
en aquellos días, las oscuras voces de las
despedidas
las tristezas todas eran de los otros,
la muerte ¿qué era la muerte en aquellos días?
solo una palabra con tonos de sombra que no
conocía
hoy, mis ojos guardan profundas heridas
camino el destiempo, el silencio responde mi
grito
concierto de voces queridas...por largas
veredas
pobladas de ausencias...aroma de olvido
Marta Castagnino
*
Rubén Vela nos dice
RUBÉN VELA nos
dice "un oficio de herreros" "un hacer proletario",
dignifica su expresión el poema ¿de dónde surge el poema sino a través del
conocimiento de las tareas originales, primeras, las que construyen el mundo,
la vida, ayer fueron las cuevas y pasaron años, siglos, hasta las casas, las
ciudades, los edificios, como grandes obras de arte?
RUBÉN VELA nos
habla del hambre de los pueblos, del Poder que los sumerge en el lodo de la
ignorancia. RUBÉN VELA ama a sus amigos, según sus expresiones "sabe que
la vida se reduce a la mujer, a los hijos, a los amigos. RUBÉN VELA a pesar de
las obligaciones de la vida, del porvenir para los suyos, nuestro amado Poeta
"todavía cree en la poesía".
Alto, muy alto, el
último día el poema sagrado derrotará al enemigo, su fuerza será alimento
para su hijo, con sus palabras digo " una mariposa leve y temblorosa se
posará sobre la piedra, me infundirá confianza y viviré para siempre".
Marta Castagnino
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Haikus de la Hora cero. (Inéditos)
Luisa Moreno Sartorio
I
Comienza el día cero,
La cuenta regresiva
dicha en silencio.
II
Calles vacías,
la tarde está de duelo.
Calla el ocaso.
III
¿Y el enemigo?
Un minúsculo rey
que apagó el mundo.
Viernes 20 de marzo de 2020
*
Buscando
Llovía,
persistentemente, como casi todos los días en esa época del año, con esa
llovizna húmeda y fría que calaba hasta los huesos.
Había vuelto a la
ciudad, su ciudad, luego de casi dos años.
Dos años
recorriendo América.
Buscando, siempre
buscando.
Caminos que ya no
eran los mismos.
Demasiado tiempo.
Lo primero que
hizo al llegar fue transitar el viejo barrio, sus esquinas conocidas, sus
veredas, su antigua casa familiar.
Luego fue hacia
el centro: la peatonal, las avenidas, los negocios comerciales, todo estaba
como lo recordaba.
Llegó hasta el
puente. Desde allí se veía toda la bahía.
Una punzada de
nostalgia le arrancó un gemido del pecho.
Escuchó el sonido
del potente motor de la moto bajo sus piernas, sintió su fuerza y miró el
sidecar cubierto con una lona especial, hecha hacía mucho tiempo atrás.
Permitía mantener
seco todo el contenido.
Lo indispensable
para vivir.
Era el mejor
vehículo encontrado en su diario caminar.
Cruzó la plaza y
se dirigió al hotel, aquel tan recordado.
Subió las
escalinatas y se puso a resguardo.
El mar estaba
brumoso por la lluvia, pero aún se dibujaba la línea del horizonte.
Calmo, con olas
pequeñas que besaban la playa de arena casi dorada, parecía que se mantenía a
la expectativa por la falta de viento.
Bajó rápidamente
con un extraño presentimiento y se dirigió hacia el palacete antiguo que tan
bien conocía.
Buscando, siempre
buscando…
Le costó llegar,
la zona había cambiado bastante, pero al final lo encontró.
Había sido una falsa
alarma.
Creyó, como lo
hizo siempre ante cualquier atisbo de duda, pero no.
La verdad era
irrefutable.
En sus jardines
encontró la flor, pequeña, roja, casi púrpura y por reflejo la arrancó y se la
puso sobre el doblez
de la campera.
Se rió por dentro
pensando que lo hacía a la vieja usanza, como cuando se colocaban las flores en
las solapas de los sacos y smokings, engalanándose para alguna fiesta.
Sintió frió, se
levantó la capucha y buscando refugio, subió la loma por la avenida, hasta
encontrar el lugar adecuado.
Allí, cómodamente
sentado, comió algo y bebió suficiente agua; el peligro de la deshidratación
siempre estaba presente.
Y volvió al mar,
ese mar que tanto lo atraía.
Ese mar que había
sido su compañero de aventuras desde chico, nadando, pescando, navegando.
La lluvia había
parado, comenzaba a sentirse el viento del sur, que llevaba las nubes, lejos,
más allá del horizonte.
Dejó la moto,
bajó por la recova, siguió por las escaleras y al fin pisó la arena.
Compacta por el agua
caída, no tenía ninguna huella.
Sólo las que él
iba dejando.
Se sentó sobre la
orilla, casi al borde del agua.
Tomó la flor en
su mano, la miró, la llevó hacia arriba y la soltó.
Una fuerte
corriente de aire se encargó de levantarla y llevarla sobre las olas hasta que
al fin desapareció.
Se sintió triste
y solo, pero ese sentimiento ya era su viejo amigo.
La resignación
llega cuando la razón desiste.
Lo sabía.
Él, era el último
de su especie.
¡Era el último ser humano sobre la tierra!
Carlos Pérez de
Villarreal
Marzo 2020
Este fue el disparador, una
pintura de Silvio Marzoratti, marplatense, con quien tuve el gusto de hablar
hace años.
*
FRÁGIL
“Escribir para que el agua envenenada
pueda beberse”.
Chantal
Meillard
Desde el abismo, mi voz entona un himno en la timidez
del silencio.
Un ritmo vibrante se asoma en el misterio. El fuego
transformará los escombros.
Contemplo el borde de los acantilados mientras se
rebelan las piedras.
Entre las sombras de aquellas siluetas voraces,
merodea una caricia.
Con los primeros sonidos se revelaron los vestigios de
mi infancia.
Veo mi cuerpo indeciso.
Entonces miro los rayos del sol con toda mi ternura.
Busco en el límite del lenguaje hallar los trazos de
la ausencia.
Encontrar acaso lo real ante la respuesta incierta.
Desnuda frente a la finitud, balbuceo mi aliento con
zozobra.
Aparece lo inefable que atraviesa mi ser.
Los nombres de la v i d a.
Cristina Pizarro
Buenos Aires, 23-3-20
*
Sin título
Llego, coloco la llave en la cerradura,
abro la puerta y cruzo el umbral,
Es el umbral de mi propia casa,
es el ingreso a mi mundo,
el aroma de la cocina,
la penumbra fresca,
las cortinas perfumadas,
el sabor de un café que espera,
la ropa cómoda al alcance de la mano,
la sensación de soledad,
la oportunidad de crear,
de pensar, de soñar, de hacerme verso.
La palabra que está ahí
esperando tomar forma.
Los sueños y los libros,
los cuadros y los recuerdos.
Es mi mundo guardado tras el umbral.
Habrá otros umbrales,
sin lugar a dudas, mayores y menores
que habré de cruzar con el mismo paso
resuelto, decidido, allá voy.
Julia Rossignol